En la primera, un texto de Emily Dickinson.
La segunda es casi un collage. Mírala, a tu izquierda y abajo.
Pienso en lo que me sugiere la carta, le doy vueltas, me viene una idea y me pongo manos a la obra. Las imágenes de estas cartas eran duras. Para dejar que fueran azar, para ponerlas en juego, necesitaba contar que podían ser más cosas, que estaban llenas de sugerencias. Un juego más en este juego.
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